domingo, 26 de octubre de 2008

Crecí

Últimamente estoy bastante down con el tema de la edad, de las responsabilidades, de las decisiones, estoy cerca de los treinta y ni yo puedo creerlo...
A veces preferiría volver a tener 5 años y que todo sea de color rosa, o bien me gustaría tener 50 y una vida ya "resuelta".
Cuando estoy así de down suelo escuchar este tema, y lo canto a los gritos como si fuera una rock star, eso me alivia.


Dale Play!




Crecer/Ataque 77


domingo, 19 de octubre de 2008

A ver... Cómo te lo explico?

Viene ese momento a mi mente y automáticamente me recorre un escalofrío que me paraliza, de esos que transmiten frío, calor y electricidad autentica.
Sólo dos veces en mi vida tuve esas sensaciones.
Hablo de miedo, hablo de amor, hablo de sensaciones que NO tienen descripciones.
La primera vez que sentí esto fue cuando patinaba profesionalmente, allá a principios de los años 90. Antes de salir a la pista en cada competencia los nervios y el miedo me comían el cuerpo, las sensaciones me paralizaban y no lo podia manejar. Pero una vez que pisaba la pista ya era otra, tenia sólo 2 minutos y medio para demostrar lo que sabía y lo que amaba. Esas ruedas me elevaban desde el más acá. Luego venia la puntuación de los jueces, y posteriormente el alivio y la certeza de que definitivamente amaba patinar.
La segunda y última vez que volví a sentir esos nervios desde las entrañas, fue el
día que decidí decirle a él que lo amaba, el día que decidí sacarme esa mochila de encima, por que si, porque cargaba con un amor que no me correspondía y me pesaba, ese día volví a tener miedo, miedo de verdad.
Era un viernes de junio, aproximadamente las 4 de la tarde cuando salí del trabajo, me despedí de mi amiga y ella deseándome “éxitos” por mi elección de ser la mujer mas sincera y honesta, sin saberlo ya había empezado a provocar ese miedo que pronto me iba a aliviar. Necesitaba tomar valor, necesitaba coraje para terminar de hacerme cargo de algo que me lastimaba. Tenia que hacerlo.

Esa noche me paso a buscar mucho más tarde que de costumbre, la espera fue tremendamente insostenible, las horas se hacían de chicle, eran interminables. Me rompía la cabeza pensando una y otra vez como decírselo, sabía que cualquier discurso que “prepare” no iba a salir, sabia que lo mejor era decirlo sin anestesia, y también sabía las futuras consecuencias. Lo que más miedo me daba era desnudarme, era mostrarle crudamente lo que me pasaba, lo que sentía, lo que él había logrado en mí.
Llegamos al lugar donde siempre, él no sospechaba ni siquiera se imaginaba lo que tenia para decirle, (y yo tampoco).
En principio nuestro encuentro fue como siempre, natural, crudo, muy sexual, yo intentando hacerme la superada me hundía cada vez mas en el silencio, él me hablaba, me contaba cosas y yo sinceramente no lo escuchaba, entre beso y beso me perdía y no podía parar de imaginarme su cara y su reacción, se me cruzaban miles de ideas por la cabeza, pero todas quedaban truncadas por los nervios que me recorrían de punta a punta. Amague con abrir la boca más de una vez, pero era casi imposible decir algo, tanto amor me habían dejado muda.
De pronto comencé a temblar demasiado, me tape con una frazada para que él no lo note, y lo logré (nunca se dio cuenta de nada), pero fue mucho peor, porque mi cuerpo ya no tenia control, el miedo se había apoderado de mi por completo. No se me ocurría nada, me empezó doler la cabeza, sentí un cansancio descomunal, y cuando me di cuenta que esto ya NO era sano y que era insostenible, decidí abrir mi boca.
Su reacción fue casi prudente, pero no fue la mejor, me sorprendió con una risa mezcla de nervios y sorpresa, junto con una declaración que no estaba lista para escuchar.
No pude decírselo como me hubiera gustado, no pude decirle ni la mitad de todo lo que sentía, pero de todos modos se lo dije como me salio, como una quinceañera, tocándome el pelo y sin poder mirarlo a los ojos. Hubo más de mil detalles en lo que él nunca reparo, pero así y todo sentí un gran alivio.

En definitiva solo tenia que decir dos palabras: “TE AMO”, pero eso era justamente lo que me causaba pánico.

(Son sensaciones que ya pasaron... y me marcaron.)

domingo, 12 de octubre de 2008

Me gustas tú...


Me gusta.
Y él no se lo cree…
Duda.
Lo sé, lo sabe.








Discover Manu Chao!

domingo, 5 de octubre de 2008

La taradita!

Una señorita me contó que nunca en su vida se había sentido tan tarada como hoy.
Una vez más, su contrincante: el egoísmo (ajeno), la hizo sentir una completa tarada.
No se cansaba de tropezar una y otra vez con la misma piedra, pensaba que algún día la podría esquivar. Se tropezaba, se caía y se levantaba, y así sucesivamente.
Necesitaba un último empujoncito para hacer la licenciatura en taradeces.
Y lo tuvo, un simple mensaje de 12 palabras, le dio el diploma y un abrazo.


P/d: Una copada la taradita, mientras me lo contaba se moría de risa.

(Culebrón sin fin./ capitulo numero 25.684.516)

viernes, 3 de octubre de 2008

Soy el verbo

El martes cuando los vi y escuche en vivo en La Trastienda fui feliz.
Todo el ambiente era ideal.
Buena energía entre la gente y los músicos, tragos, humo…
Y Él, una buena compañía.
Ideal.
Esto es lo que se viene del próximo disco.
Y obviamente la letra y la melodía son bellas.
Dale play, pero hasta el final.
Disfrutalo.




Soy el verbo, "unplugged"/ Cultura Profética.