jueves, 25 de junio de 2009

Amo dejarte así

Palabras firmes y algo repetidas, exageran el tiempo y la forma.
Obscenidad divina...
Sexual hasta el cansancio.
Placer casi insostenible.
No existen los otros, son ajenos a nuestro mundo.
Palabras que te hacen volar,
y te saben llevar... allá,
donde vos y yo solemos estar.




Gustavo Cerati/Amo dejarte así.

martes, 9 de junio de 2009

Restituta

Revolviendo en la vieja biblioteca del altillo de mi casa, donde se puede encontrar desde la colección de la revista “Selecciones” de mi papá, los libros de catequesis, los manuales Kapelus míos y de mi hermana, las carpetas de Ingles de mi mamá cuando era joven, hasta este libro de un autor totalmente desconocido por mi, que era de mi tía y un día me lo regalo. Este texto que forma parte de ese libro, me llamo particularmente la atención y lo quiero compartir.

Restituta
Fierazo el nombre. Se hacia lindo al verla. ¿De dónde la habrán sacado? RESTITUTA... Fierazo el nombre pero regalo de nombre al contemplarla.
La modelaron a golpes secos y salió despareja. Esculplida sin modelo a la vista, a los apurones, quizá con los ojos cerrados... Por gastar una broma.
¡Y ahí está la pobre! Con un muestrario abierto de dientes grandes, que no se sabe si son para reír o para morder, sin poder taparlos porque la cobija de labios le salió corta al hacedor.
Fieraza la Restituta. Le sobra zarandeo al andar, por las piernas desiguales. La burlan siempre. No se puede enojar. Si se enoja, la cara se le descompone y le queda para otra burla. "¡Mírenla!". Y la miran todos, con la risotada pronta y el índice estirado hacia ella. El enojo trajina adentro sin asomar al rostro. Restituta no sabe enojarse.
Siempre la miran de costado... No se la puede enfrentar sin reírse... o sin llorar de rabia.
Le gente prefiere reír... Y ríe germinando rencores.
Se desliza por el campo... Lejos de la gente, cierra los ojos y la olvida... Camina sin rumbo, se tira de cara al cielo y se vuelca la pollera sobre la cara para ocultarle al cielo su fealdad... Como si al cielo se lo pudiera engañar.
Se acaricia la ropa... Y allí, ajena a los ojos de todos, ríe a gritos y se golpea la faz grotesca para componerla a puñetazos o deshacerla. Se castiga por fea, por no haber inspirado nunca piedad. Y corre desesperadamente huyendo de sí misma, hasta caer exhausta en un lodozal... En el barro hunde la cara, para que el barro la oculte o la redima... O para que el Supremo Hacedor se apiade de ella y encargue a la Madre Tierra que la remoldee y le haga el rostro parecido a su alma.
Y llora, llora, llora mezclando lágrimas con barro y barro con su cara esperando el milagro...
¡RESTITUTA!
Fierazo el nombre, ¿no...?
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Retratos con R.
Autor: Enrique Agilda.
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